dissabte, 9 d’abril del 2016

Ecos del concierto de Joan Isaac en Quito



Centro Cultural P.U.C.E.
06.04.2016

La lluvia de abril cayó generosa sobre Quito y con el frío por compañero danzaba entre los faros de los autos, que siempre ruidosos, siempre con prisa, transitaban por las calles. El norte para muchos era claro esa recién nacida noche, también para mí: llegar al concierto del cantautor catalán Joan Isaac.
La Pontificia nos abrió las puertas y luego de atravesar  el amplio recibidor del Centro Cultural, el auditorio esperaba acogedor y azul. En el escenario vestido de luz esperaba un piano de cola, solemne… silencioso.
La canción de autor ecuatoriana dijo presente con la voz y el carácter de Fabián Jarrín.  Guitarra en mano, fue develando su trabajo musical fresco, cubierto de metáforas e historias que hablaban de la lluvia, de la porfía del canto, de la llegada del trovador. La armónica y el charango fueron también compañeros de escenario del cantor que con una honesta sencillez se comunicó con el público con trazos de acordes y poesía.
La escucha y el reconocimiento casi se podían tocar y se entregaron enteros para este representante de la trova ecuatoriana que a pulso y con trabajo ha conquistado su espacio. Recibí los aplausos como si fueran míos, un silencioso orgullo crepitaba también entre mis palmas. Fabián Jarrín es un querido amigo y cantor que me permitió generosamente mostrar su trabajo a través de Canciones Imprescindibles en la Radio Pública de Ecuador.
La concurrencia, más abrigada para entonces y con los oídos más atentos, recibió ávida a dos figuras vestidas de negro riguroso que se apoderaron del escenario, del piano, del atril, con manos seguras, Joan Isaac y el pianista Antoni Olaf Sabater.
Afuera quedó el recuerdo de la lluvia, afuera la prisa y su ruidoso desorden, el abrigo mojado recostado a un lado de la butaca no parecía tan rústico e incómodo ante la magia de la canción, habíamos encontrado un remanso de paz para el alma.
Uno a uno los temas en catalán, generosamente precedidos por la traducción exacta y poética de Joan Isaac, nos fueron convenciendo de dar gracias a la vida por esos caprichos rutinarios que la construyen, que salir de la norma puede dejar de ser un vago anhelo, que las estaciones y las personas cambian con el tiempo.
Me gusta durante los conciertos contemplar también el rostro de la gente, esas sonrisas furtivas de quienes se sienten pillados por la frase de una canción, ese rictus de tristeza que al descuido se pinta por segundos, la lágrima que se enjuga el señor disimulando, el gozo… todo lo vi junto,  todo auténtico durante hora y media.
El piano se entregó a las manos de Sabater, de teclas a cuerdas escondidas, desentrañando las melodías mientras Joan, con el cristal de la consecuencia en la voz nos habló de Manfred y la destrucción del paraíso por la sombra negra del “progreso” y la desidia… Y con una bandera negra sembrada en el corazón escuchamos de Margalida,  la amante desaparecida de Salvador Puig Antich.
Quienes no olvidaron el corazón, lo regresaron a casa seguros de que nada importará mientras tengan a los suyos cerca de madrugada… Corazón que salió mojado y ruidoso y retornó  poblado de versos, de historias y esperanza.  Gracias Joan Isaac.

Sandra Martínez
Productora y Conductora de Canciones Imprescindibles
Radio Pública de Ecuador


  
 



Fotos: Canciones Imprescindibles

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